Este proyecto de interiorismo se centra en una vivienda unifamiliar de dos plantas, concebida para una familia que deseaba combinar la arquitectura moderna de su hogar con un estilo interior que reflejara la elegancia clásica, incorporando toques contemporáneos. El objetivo principal fue crear espacios que armonizaran la tradición y la modernidad, ofreciendo ambientes funcionales, acogedores y estéticamente equilibrados.

Se optó por materiales nobles y naturales, como madera y mármol, que aportan calidez y elegancia a los espacios. Estos se combinaron con acabados modernos en tonos mate y suaves brillos, logrando un equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo. La paleta de colores se centró en tonos neutros y cálidos, como beige y blanco, proporcionando una base serena sobre la cual se añadieron acentos de color en textiles y accesorios decorativos.

La distribución interior se diseñó para maximizar la funcionalidad y el confort de la familia. Los espacios comunes, como el salón y el comedor, se organizaron de manera abierta para fomentar la interacción y la convivencia. Se prestó especial atención a la iluminación natural, utilizando grandes ventanales y espejos estratégicamente ubicados para amplificar la luz y la sensación de amplitud.

Los detalles decorativos, como molduras, zócalos y carpinterías, se diseñaron con un enfoque minimalista, respetando la esencia clásica pero adaptándola a un lenguaje más contemporáneo. Se incorporaron elementos decorativos con historia, como obras de arte y objetos antiguos, que aportan carácter y personalidad a los espacios sin recargar el ambiente.

Este proyecto de interiorismo representa una fusión armoniosa entre la elegancia del estilo clásico y la funcionalidad del diseño moderno. El resultado es una vivienda que refleja la identidad y las necesidades de sus habitantes, ofreciendo espacios atemporales, confortables y llenos de personalidad.